"Architects may come and
Architects may go and
Never change your point of view.
When I run dry
I stop awhile and think of you"
SO LONG, FRANK LLOYD WRIGHT
Simon and Garfunkel
Bridge Over Troubled Water
Columbia
1970
(ENGLISH AHEAD) Acababa la entrada anterior evocando mi preferencia por las cosas terrenales en lugar de los altos vuelos. De eso vamos a hablar. Frank Lloyd Wright es el nombre, un arquitecto mundialmente conocido que tiene la desgracia de, como los cantantes o bandas míticas, haber tenido dos éxitos en el número uno de las listas y haber vendido muchos álbumes en los cuales se hallan verdaderas obras de arte que, por ser más pequeñas, han pasado desapercibidas. Ciertamente, el reconocimiento mundial de sus opera magna, la Casa de la Cascada y el Museo Guggenheim de Nueva York, es más que merecido, pero personalmente me he quedado gratamente sorprendido al conocer in situ una parte de esa gran porción de obras en forma de casas particulares que Wright tuvo el encargo de construir en las afueras de Chicago.
No voy a hacer ninguna descripción detallada de ellas, sino a intentar transmitir las emociones -no todas positivas- que su visita me produjo.
En primer lugar, llama la atención cómo la sencillez de formas y líneas de los exteriores no anticipa de ninguna manera lo que encontramos en su interior. Aunque Wright juega con las alturas de los techos para crear sensaciones de contracción y dilatación de los espacios, sin embargo, la profusa utilización de la madera, los colores terrosos, con un casi completo olvido del blanco -que curiosamente explotó magistralmente en el Museo Guggenheim- y los juegos con la luz natural no dejan de transmitirme una cierta sensación de intranquilidad o, si así se desea, casi queriendo encontrar un lugar donde respirar profundamente sin pensar en los hallazgos técnicos de tal o cual estancia. Y es que todo genio tiene su porción de ego un pelín más alto que el del resto del mundo. Casi todo estaba diseñado para impactar al visitante. Wright ocultaba la entrada principal para estar obligados a rodear y observar la casa por sus cuatro costados antes de entrar en ella, con eso lo digo todo. O casi. Cuelgan en las paredes de una sala de su casa-estudio los dos pasaportes de Frank y su esposa, donde se observa cómo, pese a ser de la misma estatura, la de Wright excede en medio centímetro la de ella... cosas del ego.
No obstante, frente a estas sensaciones contrapuestas predomina la del equilibrio, la integración de la construcción con la naturaleza, el sentimiento orgánico, como si la edificación surgiera de forma natural del suelo, como una roca o un arbusto. De nuevo, algo que nos ancla a la realidad, al aquí y al ahora. Probablemente la mejor manera de vivir la vida.
Por eso no me extraña que Simon and Garfunkel plantearan esta canción de una forma parecida, con un tema sencillo y delicado en la forma pero lleno de sorpresas en su interior. La riqueza melódica y los magníficos arreglos de influencia bossa nova de esta canción casi pasan desapercibidos entre la monumentalidad de otros temas de Bridge Over Troubled Water, y lo habrían hecho si no hubiera formado parte de este álbum totémico. Lo que Garfunkel no sabía es que Paul Simon, más que de Frank Lloyd Wright, quien había muerto 11 años antes, se estaba despidiendo de él -otro secreto que guarda el tema en su interior. De hecho Garfunkel, que le había sugerido a Paul que escribiera un tema sobre un arquitecto a quien este apenas conocía, supo de este secreto años más tarde. Una canción de despedida que, independientemente de a quien vaya dirigida, soporta el paso del tiempo tan bien como lo hace el más bello de los edificios. Y ahí queda, para la posteridad.
In the previous post I was stating my preference for earthly things, for I am not a high-flyer. Let's talk about earthly things then. Frank Lloyd Wright is the name, a world-renowned architect who has the misfortune, like many legendary singers or bands, to have had two number one hits and to have sold many albums in which there are works of art that, because of being smaller, have gone unnoticed. Certainly, the global recognition of their opera magna, Fallingwater and the Guggenheim Museum in New York, is more than deserved, but personally I've been pleasantly surprised to learn firsthand of a large portion of private houses that Wright was commissioned to build on the outskirts of Chicago. I will not make any detailed description of them, but just try to convey the emotions -not always positive- that the visit provoked on me.
First, it is striking to notice how the simple shapes and lines of the exterior of the houses do not anticipate in any way what we find inside. Although Wright plays with ceiling heights to create feelings of contraction and release of the spaces, however, the extensive use of wood, earthy colours, with an almost complete neglect of white -masterfully exploited later at the Guggenheim Museum- and the playing with natural light convey a certain feeling of unease or, if desired, almost a wish to find a place to breathe deeply without thinking of the technical findings in this or that room. It is said that all geniuses have their share of ego, even higher than the rest of the world. Almost everything was designed to impress the visitor. Wright hid the main entrance to force visitors to go around the house and watch all four sides before entering it, that says it all. Or almost. On the walls of one of the rooms in his studio-house hang two passports, Frank's and his wife's, which show how, despite being the same height, Wright's info exceeds in half an inch that of his wife's ... Ego stuff.
In spite of these conflicting feelings equilibrium prevails, also the integration of building with nature and the organic feeling, as if the building arose naturally from the ground, like a rock or a bush. Again, something to anchor us to reality, to the here and now. Probably the best way to live our lives.
So no wonder that Simon and Garfunkel wrote this song in a similar way, a simple and sensitive track which is full of surprises inside. The melodic richness and magnificent arrangements of bossa nova influence almost went unnoticed among the monumentality of other tracks in the Bridge Over Troubled Water album, and would have been so if it had not been part of this totemic work. What Garfunkel did not know is that Paul Simon, rather than to Frank Lloyd Wright, who had died 11 years before, was saying goodbye to his colleague, another secret that the song hides. Indeed Garfunkel, who had suggested that Paul write a song about an architect whom he barely knew, found out about this secret years later. A farewell song that regardless of whom it is directed, stands the passage of time as well as the most beautiful buildings do. And there it is, for posterity.
Enlaces/Links:
Simon and Garfunkel's official website: www.simonandgarfunkel.com
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