"Odio las fiestas populares
Las discotecas y los bares
Y el infierno en la Tierra es para mí
Como Sevilla en la Feria de Abril"
ODIO LAS FIESTAS
Alpino
Trabucchellia
Spicnic
2000
Las fiestas de mi ciudad son una delicia. A primera hora de la mañana te despiertan con una sonora traca por si te has olvidado de poner la alarma de tu móvil, están en todo. Tú lo agradeces porque, con un poco de suerte, has podido dormir una hora, pues tenías miedo de quedarte sopa después de pasarte la madrugada tarareando con pasión las canciones de Bisbal que sonaban en la verbena instalada a tres calles de tu casa. Cuando vas a desayunar te das cuenta de que no te queda leche, así que bajas al súper de la esquina y de paso compras algo de pan. Los organizadores de las fiestas han pensado que de buena mañana lo mejor es hacer un poco de ejercicio y han montado una pista americana con litronas rotas, vasos de plástico, latas de cerveza y alguna que otra deslizante vomitona a través de la que pasas dando pequeños pero firmes saltitos. Cuando regresas a casa tras completar el recorrido gimnástico por segunda vez te encuentras mucho mejor físicamente. Gracias por pensar en mí.
Dar un paseo por la tarde significa empaparte de olores, sabores y sonidos embriagadores mientras vas esquivando grupetes de simpáticos adolescentes que cantan bellas canciones locales mientras beben unos refrescos de cola. Eso si has podido salir de casa. En mi ciudad cierran muchas calles para que puedan pasar unos desfiles que duran horas, para que todo el mundo los pueda ver, pero son tan majos que te lo retransmiten por la tele si prefieres estar cómodamente sentado en tu sofá disfrutando de tan magno evento antropológico. Yo normalmente prefiero salir e ir cruzando las calles cortadas por el desfile. Allí las señoras sentadas desde las dos de la tarde para coger un buen sitio son muy amables y se levantan y se apartan en cuanto ven que necesitas pasar.
Durante toda la semana, los museos, las salas de exposiciones, las bibliotecas, rebosan de gente. Los espectáculos de danza y las representaciones teatrales son de primer orden. No te puedes perder el ciclo de música clásica y las conferencias de insignes personajes de la cultura. Ríete tú del Festival de Edimburgo.
Al caer la noche, los cánticos de los mozos y el alegre jolgorio de las calles se cuela por tus ventanas para recordarte el estado de felicidad de tu pueblo, tu ciudad, tu país. Un país movilizado para reivindicar sus raíces y gritar al mundo lo majos que somos, cuánto respetamos a la gente y qué cultos nos hemos vuelto.
Por todo esto y más....
Identificación total con la canción de Alpino, uno de los mejores grupos nacionales de electropop de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Esta música desprejuiciada, aparentemente banal y ligera, no goza en según qué ambientes de mucho crédito, cosa que puedo llegar a entender, aunque no lo comparta. Por mucho que parezca fácil y despreocupada, como a sus hermanos gemelos Hidrogenesse, hay que concederles un merecido reconocimiento por empeñarse en ir contracorriente. Si hay algo hoy en día que está mal visto es no santificar las fiestas, especialmente las que los medios de comunicación machacan como más genuinas (Sanfermines, Fallas, Feria de Abril, Rocío, etc). Decir que no irías a Sanfermín ni de loco es considerado como un signo de antiespañolismo (mira tú cómo tiemblo) y despotricar de las Fallas y de los Bous al carrer ya ni te cuento: ¡anatema! Por lo visto, hay mucha gente dispuesta a colapsar las calles de las ciudades, pero solo para honrar al santo patrón de turno o los éxitos de la selección. Cuando San Mariano nos siga recortando nuestros derechos quedémonos en casa porque lo hace por nuestro bien.
Enlaces/Links:
Alpino en Spicnic.com
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