"La música es sinónimo de libertad, de tocar lo que quieras y como quieras, siempre que sea bueno y tenga pasión. Que la música sea el alimento del amor."
"Music is synonym of freedom, of playing what you want and how you want, as long as it's good and made with passion. Let music be love's food."
Kurt Cobain (1967-1994)

jueves, 28 de agosto de 2014

Improvised steps (Keith Jarrett - The Köln Concert, Part I)

CLXXXII 
(...) 


THE KÖLN CONCERT, PART I 
Keith Jarrett 
The Köln Concert 
ECM 
1975

(ENGLISH AHEAD) No hace falta ser un apasionado del jazz para sentirte transportado, ni siquiera ser un fan de la música clásica para conmoverse. No hay que ser un aficionado a la música de piano para apreciar su magia. Y yo solo me siento feliz de considerarme una de las millones de personas que sienten reconfortadas cada vez que escuchan esta obra maestra.

La famosa improvisación de Keith Jarrett comienza con un piano suave y agradable que va pasando de romántico a triste cada par de notas, haciendo casi imposible anticipar lo que viene a continuación. La pieza de 26 minutos, a la vez que el resto del concierto, recrean mucho más que el estado de ánimo de un pianista en media hora. Sus constates idas y venidas atrapan tus recuerdos y desatan una cascada de emociones sea cuando sea que lo estés escuchando. Esta música se convierte en parte de ti como lo son las partes de tu vida que la pieza evoca. Algunos de los caminos de aquella son igual de improvisados, la senda que tienes enfrente es a veces igual de impredecible, pero entre los momentos confusos y los ratos de júbilo, siempre hay un par de acordes inesperados que me provocan una reconfortante sonrisa en la cara.

Cada poco tiempo a todos nos toca improvisar, sentarnos en nuestro taburete frente al piano, mirar fijamente el teclado y comenzar a tocar esa melodía que te acaba de venir a la cabeza. Puede que tengamos que pensar unos segundos hasta decidir qué tecla va a ser la primera en sonar, pero no tenemos ni idea de cómo va a acabar la pieza. Nuestro único compromiso es no dejar nunca de tocar.

You don't have to like jazz to feel transported, not even be a classical music fan to feel moved. You don't particularly need to be fond of piano music to appreciate the magic in it. I just consider myself happy to be part of the millions of people who get uplifting emotions every time they listen to this masterpice. 

This improvised work by Keith Jarrett starts with some gentle pianowork that swifts from romantic to sad every two notes, making it hard to anticipate what will come next. The 26-minute-long piece -and the whole concert as well- recreate much more than a particular half-an-hour state of mind of a particular piano player. Its constant ups and downs trap your memory and trigger off a waterfall of emotions no matter when you are listening to it. All in all, the whole track becomes part of you just as the bits of life it recalls are. Some of our paths are just as improvised, the way ahead is just as unpredictable, but inbetween confused times and joyful spells, there's always a couple of unexpected notes that pull a comforting grin on my face.

Every now and then we all have to improvise, sit on our stools, face the keyboard and start playing a newly thought tune. We may have a few seconds to decide which keys to play first, but we have no idea how the tune will end. The only commitment is never to stop playing.




LINKS:
Keith Jarrett unofficial: www.keithjarrett.org

domingo, 10 de agosto de 2014

San Francisco Days, part III (Nils Frahm - Ambre)

CLXXXVII
(...)

AMBRE
Nils Frahm
Wintermusik
Sonic Pieces
2009

Desde que en el año 2010 pude asistir a la representación del Grupo Corpo en el marco del Festival de Edimburgo, mi concepto de espectáculo ha cambiado bastante. Básicamente porque tal representación me resultó una experiencia más que emocionante, un verdadero alimento para el alma, epidérmicamente conmovedora. Rotas pues las barreras y los prejuicios contra la danza contemporánea, solo una luctuosa coincidencia me impidió volver a ver al grupo Corpo en su visita a Barcelona en 2012. Una pequeña frustración que he estado intentando superar desde entonces en busca de una experiencia similar.

post:ballet, san francisco, ybca
En eso que aterrizo en San Francisco y se me ofrece la posibilidad de asistir a un espectáculo de danza contemporánea a cargo de la compañía Post:Ballet de Robert Dekkers. Y allá que me voy, al teatro del Yerba Buena Center for the Arts, en pleno centro de la ciudad, junto al MOMASF. Ciertamente, cuando uno espera repetir una experiencia que resultó muy placentera, en cualquier ámbito de la vida, lo más normal es que nunca quede satisfecho del todo, y eso pasó. Pero no dejó de parecerme una actuación sobresaliente. De los tres números del espectáculo titulado globalmente High Five (field the present shifts, Mine is Yours y ourevolution) me impactó especialmente la última. Por desgracia, en youtube solo se pueden encontrar fragmentos de los dos primeros. Y digo por desgracia porque las palabras no pueden explicar las sensaciones. Para crear este número, el director reunió a los bailarines y les preguntó si accederían a colgar en la red una foto de la compañía posando desnuda, al tiempo que les mostraba fotos de otras compañías que ya lo habían hecho. La conversación que se mantuvo fue grabada y luego usada de manera que los bailarines se movían por el escenario acercándose y alejándose de las personas que en la grabación hablaban según estuvieran más o menos de acuerdo con sus palabras. La intención del director era reproducir lo genuino de esa conversación mediante cambios espaciales provocados por las emociones al tiempo que subrayar la vulnerabilidad de opiniones y personas en ella. Difícil de expresar, pero objetivo conseguido.



Y aquí viene la sorpresa. Como casi siempre, uno pasa por el programa de mano un poco por encima, y más si como el que nos dieron, es largo y exhaustivo. De manera que, cuando comenzó la tercera pieza y comencé a escuchar la música elegida para el número, un resorte mental me indicaba que aquello que sonaba me era familiar, así que abrí el programa y un nombre hizo clic: Nils Frahm. Había escuchado a Nils en el Casino Antiguo de Castellón cuando fui a disfrutar de la música del artista local Rauelsson. Allí estaba Nils, al que no conocía, y su piano. Solo tocó un par de piezas, suficiente para reconocer su extraordinario potencial y su especial sentido de la belleza.


Ambre es una de las primeras composiciones de Nils Frahm, un músico alemán con base en Berlín cuya música no ha dejado de evolucionar desde entonces, con trabajos de base más electrónica y más riqueza de arreglos. Pero yo me sigo quedando con el impresionismo de este tema, con su extraña capacidad de evocar los paisajes más melancólicos en los que se cuelan pequeños haces de luz que van iluminando lentamente pequeños espacios y que desaparecen casi al instante. Que duda cabe de que la unión de la música de Nils y la danza de Post:Ballet no podía dejar a nadie indiferente.

sábado, 9 de agosto de 2014

San Francisco Days, part II (Mosh - Empress)

CLXXXVI
(...)

EMPRESS
Mosh
Empire
Autoeditado / Self-released
2013

Midori es una performer nacida en Tokio pero instalada ahora en San Francisco cuyos trabajos provocan una inmediata reacción en el público. Lo que le fascina es dar forma y textura a las emociones y a la memoria. He de confesar que hace un par de días asistí por primera vez a una de esas manifestaciones de arte contemporáneo llamadas performances, y fue realmente emocionante. En la sala Samsung del Asian Art Museum de San Francisco, la artista, enfundada en un kimono algo desaliñado y con el peinado visiblemente enmarañado, realizaba esculturas humanas sobre los cuerpos cuasi desnudos de un hombre y una mujer. Estos cuerpos, en constante pero suave y delicado movimiento eran el receptáculo perfecto sobre los que Midori combinaba flores (ikebana), cuerdas (bondage) y pintaba con tinta (sumi) para acabar uniéndolos en una perfecta armonía que partía desde la arbitrariedad, el caos y la intución. Evoco es un espectáculo de casi dos horas de continuo movimiento a cámara lenta en la que los cuerpos se van transformando en plantas andantes, en animales atrapados, en estatuas de colores que provocan, como el nombre del espectáculo anticipaba, una constante interrogación en el espectador y un deseo de comprender que en este caso es, para mí, lo de menos, pues el disfrute estético te produce más satisfacción que las posibles respuestas que se puedan encontrar. Quizá nuestro desconocimiento de culturas tan lejanas, ancestrales, ricas no nos ayuda a ver más allá del exotismo de la propuesta, pero me quedo tranquilo al pensar que todos los presentes disfrutamos de una experiencia incuestionable: la belleza.

midori, evoco, san francisco, asian art museum, performance, my gorgeous fetish

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Durante toda la presentación, un dj de rasgos asiáticos pinchaba música trance en lugar de las esperadas melodías de cuerda japonesas, lo cual añadía un contraste más al espectáculo. De la combinación entre el exotismo de la música asiática y la electrónica sabe mucho Adam Bignell, un canadiense de Alberta bajo el pseudónimo de Mosh, que no hubiera desentonado nada como fondo musical con este tema que abre su último disco Empire. Otro vehículo para la evocación.


miércoles, 6 de agosto de 2014

San Francisco Days, part I (Andrew Bird - Pulaski At Night)

CLXXXV
"I paint you a picture
Of Pulaski at night
Come back to Chicago
City of light"

PULASKI AT NIGHT
Andrew Bird
I Want To See Pulaski At Night EP
Grimsey Records
2013

Llegué a San Francisco desde Chicago algo frustrado porque dejaba la ciudad del medio oeste el mismo día que comenzaba el Festival de Lollapalooza, así que me dispuse a buscar por la red información sobre festivales en la ciudad californiana para poder reaccionar a tiempo si había una actuación interesante. En tres minutos di con el Stern Grove Festival. Una cita que, para mi asombro, viene ocurriendo todos los veranos en la ciudad desde hace la friolera de 77 años. De nuevo frustración al ver que por tres días me había perdido la actuación de Rufus Wainwright, pero respiré aliviado al comprobar que en dos días podría disfrutar de otro peso pesado de la música, en este caso de la escena indie-folk, como es Andrew Bird. Y además, como todas las actuaciones del festival, a coste cero. 

El lugar en el que se celebra el festival no puede ser más idílico. Un escenario seminatural, enclavado en una hondonada del bosque de Stern Grove, rodeado de altísimos eucaliptos, donde llama la atención la magnífica organización del evento y el más que civilizado comportamiento de los asistentes, habida cuenta de que se trataba de una actuación gratuita. ¿Os imagináis el caos que se podría montar en otras latitudes…? Aunque llegamos algo justos de tiempo, todavía logramos acurrucarnos entre dos piedras en las gradas y tras unos teloneros que experimentaban demasiado con el folk-progresivo, Andrew salió a escena solo con sus instrumentos, programando uno tras otro sus loops en el ordenador y regalándonos dos sutiles piezas marca de la casa. Inmediatamente después apareció su banda de apoyo The Hands of Glory y la cosa tomó un rumbo menos alternativo, a veces descaradamente country y otras delicadamente jazzy. Yo estaba esperando escuchar el tema con el que conocí a Andrew, el magnífico Oh no! -que no sé si interpretó en el bis, ya que decidimos adelantar la salida y evitar colas para coger el autobús de vuelta- pero Andrew me sorprendió con otra canción. Resulta que curiosamente, Bird es de Chicago, algo que desconocía y que él mismo comentó en la introducción del tema, así que presté una especial atención al mismo. Perfecta melodía, encantadora conjunción de sonidos de cuerda, excelente violín, emocionante letra y pegadizo riff. Redonda. Tanto, que no me la he quitado de la cabeza desde entonces. Al final ha resultado ser el perfecto momento de transición entre estas dos ciudades. Seguro que regresaré a Chicago, aunque por lo pronto, gracias a San Francisco por recibirme de esta bucólica y apasionante manera.



Enlaces/Links:
Andrew Bird's official website: www.andrewbird.net

martes, 5 de agosto de 2014

The Chicago Chronicles, part III (Lesley Ann Warren - Chicago, Illinois)

CLXXXIV
"Trendy trav'lers tend to talk
Of London, Paris, Rome, New York,
Like only they were stylish and unique.
But out in the Midwest
Is the city I love the best"

CHICAGO, ILLINOIS
Henry Mancini/Leslie Bricusse 
Victor/Victoria Original Sountrack 
Rhino/Wea/Sony Music 
1982 

Acostumbrados como estamos a pensar que los Estados Unidos son una cosa, resulta que también son la otra. Dicho de otro modo, no todo es tan malo. Es verdad que los europeos tendemos a criticar su consumismo y su imperialismo, y hasta su patriotismo desmedido. Pero es que ese patriotismo no tiene la misma raíz que, por ejemplo, nuestros nacionalismos trasnochados. Ellos se sienten orgullosos de una sociedad que premia el esfuerzo y que ofrece posibilidades para todos. Nosotros nos enorgullecemos de una estirpe antigua, de unos rasgos culturales ancestrales y de una identidad supuestamente formada a lo largo de los siglos a la que le debes reverencia por el mero hecho de haber nacido donde has nacido. Por otra parte, estamos hartos de escuchar a nuestros políticos decir que para salir de la crisis económica necesitamos fomentar la competencia en los sectores productivos. Pues bien, competencia aquí hay por un tubo.

La entrada de hoy trata de estos dos aspectos: la competencia y las posibilidades para todos. Si en España no estás satisfecho con tu compañía de telefonía, te cambias y ya está -no sin dificultades. En Estados Unidos también, y bien fácil que es. Hasta aquí lo que comúnmente entendemos por competencia. En norteamérica algo parecido pasa con las iglesias. Si te ocurre que eres gay y, aun así, por raro que parezca, eres religioso, cualquier iglesia en España te va a dar un poco por.. ahí. O eres católico apostólico romano o te va a acoger Rita la cantaora. En los Estados Unidos, si la iglesia de al lado de tu casa -que seguro que hay una- no es lo suficientemente gay-friendly o es furiosamente homófoba, no te preocupes, dos manzanas más allá seguro que encuentras una que vele por tu alma y además se muestre orgullosa de acoger en su seno a gente como tú. Son las llamadas "Welcoming Churches" ¿Hay o no oportunidades para todos? Gracias a que hasta las iglesias compiten entre ellas siempre hay una que te acepte -por desgracia, también las hay para los homófobos recalcitrantes. Pero, ¿no creéis que la Conferencia Episcopal Española necesitaría una buena dosis de esta competencia? Lo digo sobre todo por los que profesen la fe cristiana, musulmana o judía... que no es mi caso. No obstante, ya me gustaría a mí encontrar carteles como estos esparcidos por nuestra geografía... aunque yo jamás entre en ninguna de sus iglesias.

  


El tema que he elegido no tiene nada que ver con lo de arriba, pero es que después de hablar de iglesias no me apetecía poner ningún tema sesudo. Así que volví a los clásicos y, por segunda vez en mi blog, regreso a Victor o Victoria, la magnífica película de Blake Edwards en la que, entre muchos números memorables está este de Lesley Ann Warren promocionando con su cuerpo las excelencias de esta ciudad según ella tan "chic" mientras el gángster para el que actúa se queda boquiabierto ante su exuberancia y descaro. Así que de las "welcoming churches" llegamos a esta "welcoming song", dos buenas razones para sentirte acogido en la ciudad del viento.



Enlaces/Links:
Lesley Ann Warren's official website
Henry Mancini's official page: www.henrymancini.com
Leslie Bricusse's official page: www.lesliebricusse.com

viernes, 1 de agosto de 2014

The Chicago Chronicles, part II (Simon and Garfunkel - So Long, Frank Lloyd Wright)

CLXXXIII
"Architects may come and 
Architects may go and 
Never change your point of view. 
When I run dry 
I stop awhile and think of you"  

SO LONG, FRANK LLOYD WRIGHT
Simon and Garfunkel
Bridge Over Troubled Water
Columbia
1970

(ENGLISH AHEAD) Acababa la entrada anterior evocando mi preferencia por las cosas terrenales en lugar de los altos vuelos. De eso vamos a hablar. Frank Lloyd Wright es el nombre, un arquitecto mundialmente conocido que tiene la desgracia de, como los cantantes o bandas míticas, haber tenido dos éxitos en el número uno de las listas y haber vendido muchos álbumes en los cuales se hallan verdaderas obras de arte que, por ser más pequeñas, han pasado desapercibidas. Ciertamente, el reconocimiento mundial de sus opera magna, la Casa de la Cascada y el Museo Guggenheim de Nueva York, es más que merecido, pero personalmente me he quedado gratamente sorprendido al conocer in situ una parte de esa gran porción de obras en forma de casas particulares que Wright tuvo el encargo de construir en las afueras de Chicago. No voy a hacer ninguna descripción detallada de ellas, sino a intentar transmitir las emociones -no todas positivas- que su visita me produjo.



En primer lugar, llama la atención cómo la sencillez de formas y líneas de los exteriores no anticipa de ninguna manera lo que encontramos en su interior. Aunque Wright juega con las alturas de los techos para crear sensaciones de contracción y dilatación de los espacios, sin embargo, la profusa utilización de la madera, los colores terrosos, con un casi completo olvido del blanco -que curiosamente explotó magistralmente en el Museo Guggenheim- y los juegos con la luz natural no dejan de transmitirme una cierta sensación de intranquilidad o, si así se desea, casi queriendo encontrar un lugar donde respirar profundamente sin pensar en los hallazgos técnicos de tal o cual estancia. Y es que todo genio tiene su porción de ego un pelín más alto que el del resto del mundo. Casi todo estaba diseñado para impactar al visitante. Wright ocultaba la entrada principal para estar obligados a rodear y observar la casa por sus cuatro costados antes de entrar en ella, con eso lo digo todo. O casi. Cuelgan en las paredes de una sala de su casa-estudio los dos pasaportes de Frank y su esposa, donde se observa cómo, pese a ser de la misma estatura, la de Wright excede en medio centímetro la de ella... cosas del ego.



No obstante, frente a estas sensaciones contrapuestas predomina la del equilibrio, la integración de la construcción con la naturaleza, el sentimiento orgánico, como si la edificación surgiera de forma natural del suelo, como una roca o un arbusto. De nuevo, algo que nos ancla a la realidad, al aquí y al ahora. Probablemente la mejor manera de vivir la vida. 

Por eso no me extraña que Simon and Garfunkel plantearan esta canción de una forma parecida, con un tema sencillo y delicado en la forma pero lleno de sorpresas en su interior. La riqueza melódica y los magníficos arreglos de influencia bossa nova de esta canción casi pasan desapercibidos entre la monumentalidad de otros temas de Bridge Over Troubled Water, y lo habrían hecho si no hubiera formado parte de este álbum totémico. Lo que Garfunkel no sabía es que Paul Simon, más que de Frank Lloyd Wright, quien había muerto 11 años antes, se estaba despidiendo de él -otro secreto que guarda el tema en su interior. De hecho Garfunkel, que le había sugerido a Paul que escribiera un tema sobre un arquitecto a quien este apenas conocía, supo de este secreto años más tarde. Una canción de despedida que, independientemente de a quien vaya dirigida, soporta el paso del tiempo tan bien como lo hace el más bello de los edificios. Y ahí queda, para la posteridad. 


In the previous post I was stating my preference for earthly things, for I am not a high-flyer. Let's talk about earthly things then. Frank Lloyd Wright is the name, a world-renowned architect who has the misfortune, like many legendary singers or bands, to have had two number one hits and to have sold many albums in which there are works of art that, because of being smaller, have gone unnoticed. Certainly, the global recognition of their opera magna, Fallingwater and the Guggenheim Museum in New York, is more than deserved, but personally I've been pleasantly surprised to learn firsthand of a large portion of private houses that Wright was commissioned to build on the outskirts of Chicago. I will not make any detailed description of them, but just try to convey the emotions -not always positive- that the visit provoked on me. 

First, it is striking to notice how the simple shapes and lines of the exterior of the houses do not anticipate in any way what we find inside. Although Wright plays with ceiling heights to create feelings of contraction and release of the spaces, however, the extensive use of wood, earthy colours, with an almost complete neglect of white -masterfully exploited later at the Guggenheim Museum- and the playing with natural light convey a certain feeling of unease or, if desired, almost a wish to find a place to breathe deeply without thinking of the technical findings in this or that room. It is said that all geniuses have their share of ego, even higher than the rest of the world. Almost everything was designed to impress the visitor. Wright hid the main entrance to force visitors to go around the house and watch all four sides before entering it, that says it all. Or almost. On the walls of one of the rooms in his studio-house hang two passports, Frank's and his wife's, which show how, despite being the same height, Wright's info exceeds in half an inch that of his wife's ... Ego stuff.

In spite of these conflicting feelings equilibrium prevails, also the integration of building with nature and the organic feeling, as if the building arose naturally from the ground, like a rock or a bush. Again, something to anchor us to reality, to the here and now. Probably the best way to live our lives. 

So no wonder that Simon and Garfunkel wrote this song in a similar way, a simple and sensitive track which is full of surprises inside. The melodic richness and magnificent arrangements of bossa nova influence almost went unnoticed among the monumentality of other tracks in the Bridge Over Troubled Water album, and would have been so if it had not been part of this totemic work. What Garfunkel did not know is that Paul Simon, rather than to Frank Lloyd Wright, who had died 11 years before, was saying goodbye to his colleague, another secret that the song hides. Indeed Garfunkel, who had suggested that Paul write a song about an architect whom he barely knew, found out about this secret years later. A farewell song that regardless of whom it is directed, stands the passage of time as well as the most beautiful buildings do. And there it is, for posterity.

Enlaces/Links:
Simon and Garfunkel's official website: www.simonandgarfunkel.com

The Chicago Chronicles, part I (Sufjan Stevens - The Seer's Tower)

CLXXXII
"In the tower above the earth 
There is a view that reaches far 
Where we see the universe 
I see the fire, I see the end" 

THE SEER'S TOWER
Sufjan Stevens
Illinoise
Asthmatic Kitten
2005

(ESPAÑOL ADELANTE) Those visiting Chicago for the first time can't help looking up searching for the iconic silhouettes of the most famous skyscrapers in the world. Some visitors often forget that at ground level there is also a good deal of hotspots where to nourish themselves with tons of historic and cultural food. But it's inevitable; there are forces from nature that make us feel attracted to anything that goes up into the sky and... there it is, the Sears Tower.

The fact that today the name of the popular building has been turned to Willis Tower has not changed the deep emotional feelings that Sufjan Stevens' song provoke on the listener -though it has certainly spoilt the word play Sears vs Seer's. Climbing up to the Skydeck -apart from being a regular attraction for the thousands of tourists in the city- has other hidden meanings. The most evident being the wish to attempt to raise mankind higher than God or else to get on to the staircase that will take you face to face with Him. Such is the explanation that a religious guy like Sufjan would admit, but I am not a believer, though I must confess that upon reaching the top level of the tower I had a similar feeling of power over the rest of mortals. But it only lasted for seconds. As soon as I looked through the windows down onto the streets below I instantly saw myself reflected among the multitude of insignificant figures walking like insects that do their stuff without giving a damn about the hundreds of Gods standing 1,400 feet above their heads. I have no delusions of grandeur, I'd rather stand with my two feet on the ground.

Todos los que visitamos Chicago por primera vez no podemos evitar levantar la vista en busca de los más famosos rascacielos del mundo. Algunos visitantes incluso olvidan que a ras de tierra hay suficientes motivos como para darse un importante atracón de historia y cultura. Pero es inevitable, las fuerzas de la naturaleza nos hacen sentir una extraña atracción por todo aquello que se eleva hacia el cielo y.... ahí aparece, la Torre Sears.

Aunque ahora ha pasado a llamarse Torre Willis, el cambio de nombre no ha significado ningún cambio respecto a la profunda emoción que nos causa la canción de Sufjan Stevens -eso sí, le han destrozado el juego de palabras que había tras Seer's Tower (la torre del vidente) y el original de Sears (la empresa que encargó su construcción). La subida al Skydeck, además de ser la principal atracción de la ciudad, tiene también otros significados. El más evidente es el del deseo de elevar a la humanidad más alto que Dios o, en su defecto, subirse a la escalera que nos lleve a poder charlar un ratito con Él cara a cara. Esta sería la explicación que un tipo religioso como es Sufjan podría hasta admitir, pero yo no soy creyente. A pesar de eso, debo confesar que según llegaba al piso más alto del edificio tuve una similar sensación de poder sobre el resto de los mortales. Sensación que duró poco. Tan pronto como me asomé a las ventanas y miré hacia abajo, me vi instantáneamente reflejado entre la multitud de figuritas insignificantes que andaban a sus cosas cual insectos a los que se la traía muy floja todos aquellos cientos de dioses que les miraban desde más de 400 metros de altura. No tengo delirios de grandeza. Casi prefiero estar con los pies en el suelo.



Enlaces/Links:
Sufjan Stevens' website: http://asthmatickitty.com/artists/sufjan-stevens