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THE KÖLN CONCERT, PART I
Keith Jarrett
The Köln Concert
ECM
1975
(ENGLISH AHEAD) No hace falta ser un apasionado del jazz para sentirte transportado, ni siquiera ser un fan de la música clásica para conmoverse. No hay que ser un aficionado a la música de piano para apreciar su magia. Y yo solo me siento feliz de considerarme una de las millones de personas que sienten reconfortadas cada vez que escuchan esta obra maestra.
La famosa improvisación de Keith Jarrett comienza con un piano suave y agradable que va pasando de romántico a triste cada par de notas, haciendo casi imposible anticipar lo que viene a continuación. La pieza de 26 minutos, a la vez que el resto del concierto, recrean mucho más que el estado de ánimo de un pianista en media hora. Sus constates idas y venidas atrapan tus recuerdos y desatan una cascada de emociones sea cuando sea que lo estés escuchando. Esta música se convierte en parte de ti como lo son las partes de tu vida que la pieza evoca. Algunos de los caminos de aquella son igual de improvisados, la senda que tienes enfrente es a veces igual de impredecible, pero entre los momentos confusos y los ratos de júbilo, siempre hay un par de acordes inesperados que me provocan una reconfortante sonrisa en la cara.
Cada poco tiempo a todos nos toca improvisar, sentarnos en nuestro taburete frente al piano, mirar fijamente el teclado y comenzar a tocar esa melodía que te acaba de venir a la cabeza. Puede que tengamos que pensar unos segundos hasta decidir qué tecla va a ser la primera en sonar, pero no tenemos ni idea de cómo va a acabar la pieza. Nuestro único compromiso es no dejar nunca de tocar.
You don't have to like jazz to feel transported, not even be a classical music fan to feel moved. You don't particularly need to be fond of piano music to appreciate the magic in it. I just consider myself happy to be part of the millions of people who get uplifting emotions every time they listen to this masterpice.
La famosa improvisación de Keith Jarrett comienza con un piano suave y agradable que va pasando de romántico a triste cada par de notas, haciendo casi imposible anticipar lo que viene a continuación. La pieza de 26 minutos, a la vez que el resto del concierto, recrean mucho más que el estado de ánimo de un pianista en media hora. Sus constates idas y venidas atrapan tus recuerdos y desatan una cascada de emociones sea cuando sea que lo estés escuchando. Esta música se convierte en parte de ti como lo son las partes de tu vida que la pieza evoca. Algunos de los caminos de aquella son igual de improvisados, la senda que tienes enfrente es a veces igual de impredecible, pero entre los momentos confusos y los ratos de júbilo, siempre hay un par de acordes inesperados que me provocan una reconfortante sonrisa en la cara.
Cada poco tiempo a todos nos toca improvisar, sentarnos en nuestro taburete frente al piano, mirar fijamente el teclado y comenzar a tocar esa melodía que te acaba de venir a la cabeza. Puede que tengamos que pensar unos segundos hasta decidir qué tecla va a ser la primera en sonar, pero no tenemos ni idea de cómo va a acabar la pieza. Nuestro único compromiso es no dejar nunca de tocar.
You don't have to like jazz to feel transported, not even be a classical music fan to feel moved. You don't particularly need to be fond of piano music to appreciate the magic in it. I just consider myself happy to be part of the millions of people who get uplifting emotions every time they listen to this masterpice.
This improvised work by Keith Jarrett starts with some gentle pianowork that swifts from romantic to sad every two notes, making it hard to anticipate what will come next. The 26-minute-long piece -and the whole concert as well- recreate much more than a particular half-an-hour state of mind of a particular piano player. Its constant ups and downs trap your memory and trigger off a waterfall of emotions no matter when you are listening to it. All in all, the whole track becomes part of you just as the bits of life it recalls are. Some of our paths are just as improvised, the way ahead is just as unpredictable, but inbetween confused times and joyful spells, there's always a couple of unexpected notes that pull a comforting grin on my face.
Every now and then we all have to improvise, sit on our stools, face the keyboard and start playing a newly thought tune. We may have a few seconds to decide which keys to play first, but we have no idea how the tune will end. The only commitment is never to stop playing.
LINKS:
Keith Jarrett unofficial: www.keithjarrett.org